La
ingeniera Magan Kawar (de rosado), quien apenas terminó tercero de primaria,
enseña a sus estudiantes de distintos países del mundo todo sobre la tecnología
solar; ya capacitó a 900 mujeres de más de 20 países. Crédito: Stella Paul/IPS.
Una mañana del verano boreal de 2008,
la india Magan Kawar decidió abandonar su aldea en busca de trabajo. Al otro
día, sus suegros la condenaron al ostracismo. “Estaban muy enojados”, recordó
la mujer de 52 años, con dos hijos y originaria de Bhawani Khera, 400
kilómetros al oeste de Nueva Delhi.
“Las mujeres nunca
salen solas de su casa. Irse de la aldea y trabajar en una oficina con hombres
fue una desgracia. Mis suegros dijeron que les llevé la desgracia”, relató.
"En todo el
mundo, la vida de las mujeres es la misma, con demasiadas dificultades, pero
juntas podemos reescribir nuestra historia": Magan Kawar.
Kawar salió rumbo a
Tilonia, a una hora de autobús de su aldea, a pesar de que sus familiares
enojados y sus vecinos impactados la vieron partir con total consternación.
Junto con su esposo, se convirtió en técnica solar en un centro de innovación
rural.
Cuando su mundo le
cerró las puertas tras de sí, su esposo le aseguró: “Un día, todo estará bien”,
recordó.
Ocho años después,
Kawar, quien solo había terminado tercer grado de primaria, es una de las
principales expertas en energía renovable de India.
Actualmente es la principal
instructora del Barefoot College (Universidad Pies Descalzos), en
Tilonia, un centro de innovación y capacitación único, donde las mujeres de
todo el país y del mundo se especializan en tecnología solar.
Un instituto para
ingenieras descalzas
La Universidad Pies
Descalzos de Tilonia fue creada hace cuatro décadas por Bunker Roy, un educador
visionario y ambientalista que imaginó un lugar donde las mujeres con poca o
ninguna educación formal pudieran adquirir herramientas para ganarse la vida y
convertirse en lideresas de sus comunidades.
Se enseñan muchos
oficios como costura, soldadura y carpintería, entre otros, pero el programa
más emblemático es un curso semestral en tecnología solar.
El curso acepta a
mujeres mayores de 35 años, principalmente de comunidades económica y
socialmente postergadas de zonas sin electricidad. Hay dos centros de
aprendizaje separados, para las indias y para las extranjeras, llamadas “mamás
solares”.
Cada una de las
mamás solares es elegida por su comunidad y enviada al instituto por sus
respectivos gobiernos y becadas por el de India, que les ofrece una beca que
cubre su estadía en el campus y la comida.
Actualmente, hay 30
mamás solares de 13 países de Asia y África, entre los que se destacan India,
Myanmar (Birmania), Siria, Malí, Sierra Leona y Botswana.
El último grupo de
estudiantes se graduará el 15 de este mes, cuando recibirán 700 dólares como
estipendio por los meses que estuvieron estudiando. Para muchas, es una suma
que podrían emplear como capital semilla para comenzar un negocio en su
comunidad.
Amarmani
Oraon es una indígena analfabeta de la atribulada zona de Chhattisgarh, en
India, que aprende a ensamblar el circuito para una linterna solar. Crédito:
Stella Paul/IPS.
Aprender mediante lengua
de señas
Las alumnas que se graduaron en
el último domingo de febrero recibieron una linterna solar, fabricada por las
técnicas del instituto.
El circuito de la linterna es
complejo, con decenas de microchips electrónicos conectados entre sí en una
pequeña placa de poco más de 10 centímetros. Enseñar esa compleja tecnología
cuando ni los profesores ni las estudiantes hablan inglés o cualquier otra
idioma común puede parecer un enorme desafío, pero no para las instructoras de
Pies Descalzos que tienen su propia metodología innovadora.
“Comenzamos haciendo una lista
de las partes y de los equipos más importantes y les decimos a cada estudiante
que se la aprenda de memoria. Eso es fundamental”, explicó Kawar. “Luego, nos
comunicamos señalando las partes, las señales y las acciones”, acotó.
“Por ejemplo, tomo una placa de
circuito, señalo una parte y digo ‘presionen’. O luego tomo un cable de la
fuente de energía de prueba, se la muestro a las estudiantes y les digo ‘prueba
de energía’. Y ellas copian”, detalló.
No se entregan certificados ya
que el lugar no apunta a ser un centro formal de educación. En cambio, se pone
en práctica un método “muy, muy simple” que fomenta una educación que
“realmente empodere”, explicó Bunker Roy, también director de la universidad.
“Imagina a una mujer que nunca
salió de su aldea, no sabe leer ni escribir, se toma un avión y viaja 19 horas
para llegar a un país extraño, con comida rara, un idioma extraño y en seis
meses se vuelve ingeniera solar mediante lengua de señas. Sabe más de
ingeniería solar que un universitario recién graduado. ¿Qué puede ser más
gratificante que eso?”, preguntó.
Las
mujeres de aldeas rurales en India usan linternas solares fabricadas por mamás
solares formadas en la Universidad Pies Descalzos de Tilonia. Crédito: Stella
Paul/IPS.
Perfeccionando su
capacidad de liderazgo climático
Elizabeth Halauafu, de 42 años,
llegó de Tonga, la pequeña nación insular del océano Pacífico considerada la
más vulnerable del mundo al aumento del nivel del mar causado por el cambio
climático. Pero que no ha adoptado con celeridad medidas de adaptación, como
puede ser el uso de energías renovables.
Cuando Tonga finalmente se
decida a asumir su papel y redoblar esfuerzos en la lucha contra el cambio
climático, Bayes podrá ser una de las pioneras en tecnología solar gracias a la
capacitación de la Universidad Pies Descalzos.
“Ya aprendí sobre instalaciones
solares; puedo armar circuitos, ensamblar y reparar luces solares”, detalló.
“Cuando regrese a Tonga, me
encantaría conseguir un trabajo que me permita utilizar mis habilidades. Mi
esposo y yo quizá comencemos un emprendimiento solar”, indicó Bayes, antes de precisar
que cuando llegue a su país será el inicio de la época de tormentas oceánicas,
cuando la electricidad escasea.
Un lugar para compartir,
olvidar y sobreponerse
Las mamás solares Hala Nasif y
Azhar Sarhan llegaron procedentes de Damasco. El gobierno podrá tratar de
presentar a la capital de Siria como un oasis en un país desgarrado por la
guerra, pero la realidad en el terreno es muy diferente: hay apagones con
frecuencia y todo el mundo vive con el temor de un colapso de la red eléctrica.
La tecnología solar no es muy
popular, pero pronto podría ser la única fuente de electricidad si la guerra no
termina en breve, coincidieron Nasif y Sarhan.
“Extraño mi casa y la comida,
pero ver a otras mujeres que vinieron de lugares difíciles y me olvido de mis propias
dificultades”, reconoció Nasif.
Lila Devi Gujjar, otra
instructora como Kawar, comentó que la mayoría de las estudiantes cargan con un
dolor enorme.
“Muchas sobrevivieron al abuso,
la violencia y están quebradas espiritualmente. Pero aquí encuentran una forma
de olvidar el pasado y de renovar la esperanza de reconstruir sus vidas”,
observó Gujjar.
Kawar contó el caso de Chantal,
una estudiante de República Democrática del Congo, que había sido violada
varias veces. “Era su primera escapada de la violencia. Primero lloró durante
días, luego se sumergió en el estudio. De alguna forma, nuestro entorno de
aprendizaje informal le resultó confortante”, analizó.
“De alguna forma nos damos
cuenta de que en todo el mundo, la vida de las mujeres es la misma, con
demasiadas dificultades, pero juntas podemos reescribir nuestra historia”,
arengó Kawar, quien reescribió la suya hace unos años mandando a sus dos hijos
a la universidad e invitando a sus suegros a conocer la Universidad Pies
Descalzos.
“Llegaron, me vieron enseñar y
mi suegra exclamó: ‘pero son solo mujeres aprendiendo unas de otras’. Ese día,
me volvió a recibir en la familia”, comentó con una sonrisa.
Publicado por IPS – Tilonia
(india) – Stella Paul – 11/03/17 -
No hay comentarios:
Publicar un comentario