Patria,
Minerva y María Teresa Mirabal fueron tres mujeres de Ojo de Agua, paraje
perteneciente a una pequeña provincia de la República Dominicana llamada
Salcedo.
Estas mujeres tuvieron la valentía de luchar por
la libertad política de su país, oponiéndose firmemente contra una de las
tiranías más férreas que ha tenido Latinoamérica, la de Rafael Leonidas
Trujillo. Actitud por la que fueron perseguidas, encarceladas varias veces y
finalmente brutalmente asesinadas el 25 de noviembre de 1960.
En honor
a estas valientes hermanas, cada 25 de noviembre se conmemora el Día
Internacional de la No Violencia Contra la Mujer. Esto fue establecido en el
Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe celebrado en Bogotá,
Colombia en el año 1981.
Las
hermanas Mirabal son también conocidas y representadas como las "Mariposas",
por ser este el nombre secreto de Minerva en sus actividades políticas
clandestinas en contra de la tiranía Trujillista. Años más tarde, Pedro Mir
(poeta nacional dominicano) utilizó este nombre en su poema "Amén de
Mariposas" donde expresa la tragedia que fue el asesinato de las tres
heroínas. En esta década, la destacada escritora Dominico-Americana Julia
Alvarez titula su novela basada en la vida de las hermanas Mirabal, En
el tiempo de las mariposas. Publicación que establece todavía más la
representación de las hermanas Mirabal como las Mariposas.
Heroínas
de la lucha antitrujillista. Hijas de Mercedes Reyes Camilo (alias Chea) y
Enrique Mirabal, comerciante y hacendado. Nacieron en Ojo de Agua, en Salcedo,
en ese momento común de la Provincia Espaillat. La primera en nacer fue Patria
Mercedes, el 27 de febrero de 1924, poco antes de que abandonaran nuestro país
las tropas interventoras de Estados Unidos, la segunda fue bautizada con los
nombres de María Argentina Minerva, nació el 13 de marzo de 1926, y la tercera,
Antonia María Teresa, vino al mundo el 15 de octubre de 1935.
En Ojo de Agua realizaron sus primeros estudios. Más tarde, en 1938, Patria,
Minerva y otra hermana suya que aún vive, Bélgica Adela, alias Dedé (2 de marzo
de 1925) fueron enviados a
estudiar al colegio Inmaculada Concepción, en La Vega. María Teresa permaneció
en el hogar por cuestiones de edad: apenas tenía tres años.
De las cuatro hermanas, Minerva, según atestiguan quienes le conocieron desde
su infancia, demostró que vino al mundo con una inteligencia prodigiosa y con
una notoria sensibilidad espiritual, factores estos que la convirtieron en una
persona sumamente atractiva; y en una devoradora de libros sobre literatura y
poesía. En sus ratos libres, Minerva además se ejercitaba en la pintura. Todas
las hijas del matrimonio Mirabal Reyes, eran hermosas, pero la belleza de
Minerva fue legendaria. En el colegio donde estudió en La Vega, y donde se
graduó de bachiller con excelentes notas en 1946, participó como actriz de
varias obras teatrales, y en otras actividades culturales donde actuó como
declamadora.
En
junio de 1949, Minerva y sus padres, invitados por las máximas autoridades de
su provincia, asistieron a una fiesta ofrecida en Santiago en el Palacio de la
Gobernación en honor al dictador Trujillo, que marcaría el inicio del rumbo
trágico para toda la familia: Trujillo conoció a Minerva Mirabal y se sintió
atraído por su belleza. Ya en ese momento Minerva había conocido al joven
dirigente comunista Pericles Franco, uno de los fundadores del Partido
Socialista Popular, quien había estado en la cárcel varias veces, y con quien
estableció amistad tan íntima, que mucho sospechaban que sostenían relaciones
románticas.
A los pocos días después que Trujillo fijó sus ojos en Minerva, de nuevo la
familia Mirabal recibió, a mediados de agosto, otra invitación del gobierno,
esta vez para que asistieran a la fiesta de inauguración del Hotel Montaña, en
Jarabacoa. En esa oportunidad el dictador y su hijo Ramfis bailaron con
Minerva. Trujillo aprovechó la ocasión para demostrar con galanterías su
atracción hacia ella, conducta que no fue del agrado de la joven y por tal
motivo dejó de bailar.
El
12 de octubre de ese mismo año, día del descubrimiento de América, con el
supuesto propósito de homenajear a la sociedad de la provincia Espaillat,
Trujillo organizó una nueva fiesta a la que invitó a la familia Mirabal, la
cual fue efectuada en “Villa Borinquen”, lugar de descanso del tirano situado
en las cercanías de San Cristóbal. La invitación la llevaron personalmente a la
residencia de la familia de la heroína, el Gobernador de Moca, Antonio De La
Maza y el Senador de la provincia, Juan B. Rojas, clara señal del notable
interés que tenía Trujillo de encontrarse de nuevo con Minerva.
Cuando esta tercera invitación fue recibida por la familia Mirabal, su madre se
opuso a que Minerva asistiera a la fiesta, pero luego de examinar las
implicaciones políticas que tendría tal negativa, decidieron enviar a la misma
a una representación integrada por el padre, y además Patria, Minerva, y Dede,
los respectivos esposos de la primera y la tercera, Pedro González y Jaime
Fernández.
En esta oportunidad el tirano dominicano tan pronto llegó al lugar, reinició
con mayor brio su intento de atraer a la joven Mirabal. Bailó en varias
oportunidades con ella, conversó largamente en medio del salón con la
pretendida y de nuevo fue rechazado.
Según su biógrafo William Galván, la inteligente y bella muchacha no sólo
desairó a Trujillo, sino que solicitó al dictador que “dejara tranquilo a ese
joven tan inteligente y preparado que era Pericles Franco”, solicitud que
molestó profundamente al dictador.
Y lo que fue peor: después de enterarse la familia de la conversación entre
Trujillo y Minerva, todos llenos de temores, sin avisar previamente, se
retiraron de la fiesta, desatando la cólera del sátrapa que vio en esa actitud
una irreverencia hacia su persona.
Apenas
pocos días después de la fiesta, Enrique Mirabal, quien incluso por “consejos”
del gobernador de Moca había enviado un telegrama al tirano excusándose del
retiro de su familia del acto por “motivos de salud”, fue detenido y conducido
a la cárcel. Poco más tarde, su hija, deseada por Trujillo, también fue
apresada, y casi concomitantemente varias de sus amigas: Enma Rodríguez,
Violeta Martínez y Brunilda Soñé. Todas las prisioneras fueron investigadas
sobre las supuestas relaciones de Minerva con miembros del Partido Socialista
Popular, y particularmente, con el dirigente comunista Pericles Franco. Duraron
en prisión varias semanas.
Pero a partir de este momento, fue montado sobre la familia Mirabal, y sobre
todo, a Minerva y sus relacionados, un riguroso espionaje, y Trujillo en
persona —(y el gobernador de Moca)— era informado permanentemente sobre todas
sus actividades.
Y el padre, particularmente fue sometido a graves humillaciones y a otras
varias prisiones que terminaron enfermándole espiritual y físicamente. Murió el
14 de diciembre de 1953
En 1954, encontrándose de vacaciones en
Jarabacoa, Minerva conoció allí a Manuel Aurelio Tavares Justo (alias Manolo),
también estudiante de derecho, con quien estableció relaciones que la llevarían
al matrimonio en noviembre del año siguiente. El mismo año que conoció a
Manolo, su hermana María Teresa, se inscribió en la misma universidad a
estudiar arquitectura, carrera que no terminó, pues solo alcanzó el grado de
técnica en Agrimensura. Durante ese período ambas hermanas vivieron juntas en
una pensión de la ciudad capital. Poco después María Teresa conocería a Leandro
Guzmán, con quien contrajo matrimonio.
Al
igual que Minerva, Manolo Tavares tenía una elevada sensibilidad por los
problemas sociales y políticas y ya para ese momento, aunque secretamente, era
un fervoroso opositor al régimen de Trujillo. Y por ello sus amistades eran
cuidadosamente seleccionadas en función de la unidad de criterios respecto a la
trágica situación imperante en el país.
Los últimos años de la década de los cincuenta fueron de inquietud social en
toda América Latina, pues la caída, primero, del dictador colombiano Rojas
Pinalla, más tarde, la del venezolano Pérez Jiménez y en 1959 la huida de Cuba
del dictador Batista, tras el triunfo revolucionario de las fuerzas rebeldes de
Fidel Castro, no sólo abrieron las compuertas de la democracia en esos países,
sino que levantaron la esperanza de cambios profundos en todo el continente.
Nuestro país no escapó a esa realidad. Y con ello no es casual que en enero de
1959 en una reunión familiar efectuada en la residencia de Guido D’Alessandro,
sobrino de Manolo, donde se encontraban Minerva, Manolo, María Teresa, Leandro
Guzmán y otras personas, donde se pasó revista a la situación política creada
en el Caribe, y muy particularmente a la cubana después del triunfo de Castro,
la heroína examinó por primera vez la posibilidad de organizar un movimiento
para el derrocamiento de Trujillo.
Las ideas de Minerva prendieron en todos los asistentes y fue acordado ese día
iniciar los contactos con amigos y relacionados en todo el país.
Por otra parte, la expedición armada del 14 de junio, procedente de Cuba, si
bien fue aplastada por la dictadura, también influyó en la conciencia de la
juventud dominicana, y esa es la razón que explica, que el nuevo movimiento
político antitrujillista que comenzó a construirse y que efectuó su primera
asamblea constitutiva en Mao el 10 de enero de 1960, en la Hacienda de Conrado
Bogaert, adoptara como nombre el de la fecha de esa expedición.
En esa asamblea clandestina a la que asistieron delegados de todo el país, en
la cual sólo estaban presentes dos mujeres (Minerva y Dulce María Tejada
Gómez), la deidad de Ojo de Agua, tuvo una participación muy importante,
interviniendo en varias oportunidades.
Para presidir la Agrupación 14 de junio (véase) fue elegido Manolo Tavares
Justo, Presidente, Pipe
Faxas, Secretario General y el ingeniero Leandro Guzmán, como tesorero y los
demás, vocales.
Pero a los pocos días de la exitosa Asamblea de Mao, una delación llevó a los
servicios secretos de la tiranía informes no sólo con los nombres de los
principales conjurados, sino con muchos detalles sobre la importancia de la
misma. La acción de los agentes represivos fue inmediata. El primero en ser
detenido en su residencia en Montecristi lo fue Manolo Tavares, a mediados de
enero. Días más tardes, Minerva, luego su hermana María Teresa, y su esposo
Leandro Guzmán y también Pedro González. Al final de ese mismo mes, más de un
centenar de miembros del 14 de junio habían caído presos. Todos pasaron por la
cárcel de la cuarenta donde fueron sometidos a increíbles torturas. No pocos
perdieron la vida.
Simultáneamente
junto a Minerva, fueron apresadas otras mujeres: Ing. Tomasina Cabral, Dra. Fe
Violeta Ortega, Miriam Morales y la Dra. Asela Morel.
Es importante apuntar que la prisión de tantas personas, en su mayoría muy
jóvenes procedentes de la clase media alta, algunos cuyos padres tenían
vínculos muy estrechos con el tirano, creó un clima de tensión nacional
sumamente adverso al gobierno. Y a ello se agregó la denuncia hecha por la
iglesia católica por medio de una carta pastoral condenando la acción.
Tal situación obligó a Trujillo, al parecer, a poner en libertad a las mujeres
detenidas, el 7 de febrero de 1960, y al mes siguiente y subsiguiente, a
decenas de jóvenes varones presos por simples sospechas. Sin embargo, el Dr.
Tavares Justo, Leandro Guzmán, Pedro González, y los demás dirigentes de
importancia del movimiento, quedaron detenidos. Meses después, encontrándose la
dictadura en una fase represiva general que bordeaba la locura —(en estos días
Trujillo ordenó el asesinato de Rómulo Betancourt, Presidente de Venezuela) el
18 de mayo, Minerva y María Teresa, fueron de nuevo apresadas, y sometidas a la
justicia por “atentar contra la seguridad del Estado” y condenadas a cinco años
de prisión.
Para tal ocasión contrataron un jeep, un
vehículo fuerte, pues la carretera elegida, la que conduce a Puerto Plata por
la vía de Tamboril, era difícil, y además, se encontraba en mal estado. Le
acompañaba como chofer, Rufino de la Cruz Disla.
En la visita que hicieron a Manolo y Leandro, las hermanas Mirabal comentaron a
sus maridos los rumores que circulaban en Salcedo sobre la posibilidad que
sufrieran un “accidente”, estilo clásico que utilizó la satrapía cuando
ordenaba la desaparición de un opositor importante, con la supuesta intención
de ocultar el crimen.
El informe preocupó enormemente a los dirigentes del 14 de junio, y Manolo
sugirió que cesaran los viajes, y que se mudaran a Puerto Plata, para evitar
transitar por carretera. La recomendación llegó tarde. La orden de asesinar a
las hermanas Mirabal ya había sido cursada, y en Puerto Plata se encontraban ya
los ejecutores: Ciríaco de la Rosa, Ramón Emilio Rojas Lora, Alfonso Cruz
Valerio, y Emilio Estraba Malleta, todos miembros de Servicio de Inteligencia
Militar. El último, de origen cubano, había prestado esos mismos servicios a la
dictadura de Fulgencio Batista.
Cuando las hermanas Mirabal abandonaban a Puerto Plata rumbo a su hogar, fueron
detenidas aparatosamente por un vehículo que interceptó el jeep que los
conducía. Introducidas a empujones al carro de los matones, y llevadas a un
lugar previamente escogido en la carretera bordeaba por un precipicio, y allí
fueron muertas brutalmente asesinadas a garrotazos y luego de puestos los
cadáveres en el jeep, los sicarios, lo precipitaron hacia el abismo.
He aquí la fría narración de uno de sus autores: “Después de apresarlas —narra
Ciríaco de la Rosa— las condujimos al sitio cerca del abismo, donde ordené a
Rojas Lora que cogiera palos y se llevara a una de las muchachas. Cumplió la
orden en el acto y se llevó a una de ellas, la de
las trenzas largas (María Teresa). Alfonso Cruz Valerio eligió a la más alta
(Minerva), yo elegí a la más bajita y gordita (Patria) y Malleta, al chofer,
Rufino de La Cruz. Ordené a cada uno que se internara en un cañaveral a orillas
de la carretera, separadas todas para que las víctimas no presenciaran la
ejecución de cada una de ellas. Ordené a Pérez Terrero que permaneciera en la
carretera a ver si se acercaba algún vehículo o alguien que pudiera enterarse
del caso. Esa es la verdad del caso. Yo no quiero engañar a la justicia ni al
pueblo. Traté de evitar el desastre, pero no pude, porque de lo contrario, nos
hubieran liquidado a todos”.
Rufino de la Cruz (1923-1960). Campesino, conductor y héroe. Nació
en Salcedo en 1923, en cuyos campos se dedicó al cultivo de la tierra de sus
familiares. Simpatizante de la causa antitrujillista, en 1960 acompañó como
chofer, a las Hermanas Mirabal, durante el viaje semanal que efectuaban a la
cárcel pública de Puerto Plata, con el propósito de visitar allí a sus esposos.
Murió asesinado, junto a las heroínas, en La Cumbre, lugar cercano a dicha
ciudad.
Frases
de las heroinas
"Nada traduce toda la tempestad de mi alma”
Minerva
"Trujillo no le tiene nada bueno a este país”
Patría
"La juventud no debe estar tan tranquila frente a Trujillo”
María Teresa